Nunca es para Siempre

Solo pierdes... cuando dejas de luchar.

26 de septiembre de 2011

Caap' 2 "La Verdad"

Durante el embarazo, las cosas se complicaron, los padres de Alan cada vez más mostraban su indiferencia con Stefanni y su interés con el bebé.
“Soy la bolsa que contiene lo que en realidad desean, cuando el bebé nazca, se desharán de mí” pensaba todas las noches Stefanni, con lagrimas en sus ojos, envidiando las estrellas y  su libertad de estar en el cielo donde nadie les hacía daño, donde estaban con otras como ellas, donde todas se entendían, se apoyaban y nunca se abandonaban como sus padres lo habían hecho con ella.
El tiempo pasaba y pasaba y pasaba. Sin detenerse a descansar para apiadarse de Stefanni, y su creciente miedo era la posibilidad de que le arrebataran a su bebé.
*****
Estaba sentada en medio de un enorme bosque frondoso a mitad de la noche. El viento soplaba con fiereza ondeando su cabello dentro de la capucha que cargaba. Fue entonces cuando sintió una extraña presencia detrás de ella, una muy mala y extraña. Pudo sentir sus intenciones y salió disparada  corriendo con todas sus fuerzas hacia adelante internándose cada vez más en el bosque con su bebé entre los brazos. Corría, corría, corría. No se detenía. Seguía sintiendo que la seguían, cada vez más cerca, aumento la velocidad y al creer que al fin estaba libre llegó al final del bosque... al frente de un acantilado. Volvió a sentir la presencia más cerca de ella, está vez justo detrás de su espalda, quiso saltar junto con su bebé o huir hacia otro lado, sabiendo que cualquier movimiento era peligroso. Una nube se posó sobre el área donde se encontraba y una intensa llovizna comenzó a caer sobre su cabella, rostro y finalmente cubriendo su cuerpo. 
La presencia había desaparecido. 
La lluvia siempre lograba tranquilizarla. 
***** 
Ese confuso sueño rondaba su mente incesantemente. Había sido solamente un sueño, resultado de sus últimas inquietudes. Decidió ignorarlo por completo y tratar de sobrellevar la verdadera pesadilla en la cuál vivía. 
*****
Al quinto mes de gestación no había vuelto a ver a sus padres, se habían esfumado como si nunca hubieran existido. Cierto día recibió una llamada.                                                                                                                                  – ¿Aló? ¿Quién habla?                                 
– ¿Stefanni, eres tú?                                              
       ¡¿Mamá?! Sí, soy yo Stefanni, es increíble oírte. Mamá yo quiero…                    
–No llamé para reuniones amorosas. –Dijo muy pedante su madre, se escuchaba seria–.                                                  
–Entonces, ¿Por qué llamaste? –preguntó muy confundida Stefanni, sentía a su madre muy fría y cortante, tuvo un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo, tenía un mal presentimiento.  
 –Como yo si me intereso por mi nieto, espero  no te molestes, pero cuando nazca dentro de cuatro meses, me lo darás y yo me encargaré de él, yo pagaré todo, y me encargaré de que no le haga falta nada, así que cuando nazca lo llegaré a recoger, una semana después de que haya nacido. ¿Te quedó claro?                      
Estuvo a punto de dejar caer el teléfono de su mano. No lo podía creer, ¿qué le sucedía a su madre?, ya tenía suficientes problemas con los padres de Alan y con Alan en sí, ¿por qué debía aguantar ahora a su madre? 
-Madre, ¿qué te sucede? ¿Cómo es que me quieres quitar a mi bebé?                
–Simple, no tienes la valentía para enfrentarte al mundo, tienes mucho miedo, dime, ¿qué le podrías ofrecer a tu hijo?                                                           
–El amor que no he tenido, le daría todo lo que tú y papá nunca me dieron  comenzó a llorar–.                                  
–Ya ves, lloras con facilidad, no podrías criar a un hijo, lo matarías en la primera semana, si no lo dejas sin comer, en un descuido se te ahoga en la noche, eres una ilusa; así que me lo darás quieras o no.                                               
–Madre, ¿qué te sucede? Jamás, escúchalo bien,  jamás, nuca tendrás a mi hijo, primero muerta.                                     
–No seas estúpida, pero está bien, si no me lo quieres dar por las buenas, será por las malas.                               
Stefanni no podía seguir escuchando tanto palabrerío y tantas ridiculeces, no podía creer como es que su madre podía tener un corazón tan frío y lúgubre para ser capaz de quitarle, arrebatarle a su hijo, al que tanto le estaba costando tener, como era capaz de hablarle de esa manera, como si ella fuera una desconocida, la insulto como si no fuera capaz de nada en este mundo, no podía seguir hablando con alguien así, corto la llamada sin más preámbulos.
Se fue a su cuarto y comenzó a llorar sobre su almohada, como lo hacía cada noche, de cada día.
“Si estas paredes y esta almohada hablaran, no sé que no dirían” pensaba.
Sabía que ese pensamiento era tonto, pero llegó a su mente, ya que siempre que lloraba, hablaba en voz alta como si su cuarto le contestara.
Las cosas se ponían tensas en casa de los Maquintosh.
Cada día más se mostraba la indiferencia y odio que los padres de Alan tenían hacia Stefanni, la maltrataban, le gritaban, la insultaban, hacían sentir a Stefanni la peor escoria del mundo. Alan, dada la situación, había empezado a tomar, fumar y consumir drogas, se alejó bastante de su casa y su familia, casi no iba a dormir, a veces solo llegaba a eso mismo.
Era difícil.
Los padres de Alan culpaban a Stefanni del fracaso que su hijo estaba desarrollando. Todo era un tremendo caos. 
Una tarde de domingo, mientras Stefanni recogía y limpiaba la cocina, escucho una conversación de sus suegros, en realidad no eran sus suegros oficiales aún, ya que ella no se había casado aún con Alan, siempre se preguntó porque los padres de Alan nunca hablaban del tema y si ella lo tocaba lo evitaban.                                                    
–Esta niña cada vez está más insoportable, ya no la quiero aquí, espero impaciente cada día, quisiera tener a mi nieto ya en mis manos y mandarla al demonio –decía la madre de Alan muy enfadada–.                                        
–Cielo, te entiendo, pero no podemos hacer nada, ya faltan dos meses, solo dos y la mandaremos al demonio, al diablo si tú quieres.                                              
–Bueno está bien –hubo silencio un momento–. ¡Hey! Tengo una idea –Stefanni tuvo la impresión de que la señora sonreía, le quitaremos al bebé, de todas maneras, no lo podrá criar, ella no sirve para nada –reían mientras decían esto– solo sabe lavar platos, asear la casa, es una sirvienta igualada, y ningún nieto mío será hijo de una sirvienta. ¡imagínate que degradante para nuestra familia, por eso no quiero que mi hijo se casé con esa “joven” si es que se le puede llamar así! –Los insultos iban aumentando el odio y la tristeza en el corazón de Stefanni, como la madre de Alan podía ser tan hipócrita y su esposo no se quedaba atrás–.                                                              
–Claro, la pobre ha vivido aquí engañada, me imagino que ha de pensar que cuando su hijo nazca, se casará con nuestro hijo, ¡JA, nunca!
Stefanni se preguntó: “¿A qué se refiere con eso el Sr. Maquintosh?”             
–Si tan solo supiera que nuestro querido hijo tiene novia, y que además de ser bella es muy rica.                                                                           
–Y según hemos visto ella lo tiene totalmente enamorado, son la pareja perfecta.
Stefanni estuvo a punto de gritar. A punto. Pero logró controlarse. Se escucharon unas últimas risas entre los señores Maquintosh, luego un silencio. 
Stefanni no pudo más, terminó de limpiar la cocina y se fue a encerrar en su cuarto, mientras las lágrimas volvían a brotarle poco a poco. 
Una resbaló por su mejilla, justo cuando cerró la puerta de su cuarto. 

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